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martes, 24 de mayo de 2011

Madrid (24 de mayo de 2011) - ¿Para esto nos "defienden"?

De mi parte, que le vayan dando las gracias a los veterinarios por ser tan serios y concienzudos en su trabajo. Y a los "puristas", con un nivel de discernimiento exquisito para las hechuras de los toros que jamás aplicarían si se miraran al espejo. Y a los equipos gubernativos, que defienden nuestros derechos como aficionados. Y a la empresa, diligente para traer otra corrida de toros más grande.

Gracias a todos los que han conseguido, defendiendo nuestros derechos, jodernos una tarde de toros.

Porque no tengo ni idea cómo serían los toros de Román Sorando, ni su trapío, ni su "guapura" (cada cual se pone cachondo con lo que le apetece). Pero creo que es difícil, muy difícil, que hubieran dado menos juego que lo que ha salido hoy por toriles.

Si en vez de preocuparse tanto por el volumen de los toros y el tamaño de sus cuernos (el de los toros, quiere decirse, no el de los propios), todos estos defensores que nos obligan a tener se ocuparan de saber qué ganaderías están embistiendo y permitieran que vinieran con lo que el ganadero crea que es lo mejor de su camada (no lo más grande) otro gallo nos cantaría.

Eso sí, de este modo han podido joderle la tarde también a Manzanares, que en dos de las tres tardes que ha toreado no ha podido hacerlo a los toros de la ganadería con la que se había anunciado. Porque ha vuelto a demostrar su momento excepcional, y el de su cuadrilla (tarde excepcional de Curro Javier, que se llevó un susto impresionante en el sexto, y bien también Trujillo aunque marró al colocar uno de los pares). Y cómo ejecuta la suerte del volapié de un modo impresionante. Algunos lances, unos pocos muletazos, y poco más. Eso sí, algunos sádicos estaban contentísimos porque no había podido triunfar y porque como no había forma de sacar faena podían aprovechar para recriminarle la colocación y decir todo tipo de sandeces.

Juan Mora también ha dejado detalles aislados de su torería, pero poco más. Y Cayetano ni siquiera detalles. Ni los toros le han acompañado (el sexto era una "prenda" al que además no le ha hecho las cosas bien y ha ido empeorando), ni él está en su mejor momento.

Gracias, señores. Muchas gracias por defenderme. Pero para eso, casi prefiero que me engañen con un toro más pequeño y cites algo menos cruzados. Creo que voy a disfrutar mucho más. Aunque algunos pierdan su empleo y otros crean que la civilización se derrumba por falta de esencias.

¡Que se lo han mirar, por favor! Pero déjennos en paz. No nos defiendan tanto y permítannos que disfrutemos con la Fiesta.

lunes, 23 de mayo de 2011

Madrid (22 de mayo de 2011) - ¡Viva el monoencaste!

Si la reivindicación de encastes y ganadería diferentes supone defender corridas como la de Partido de Resina, o como la de Escolar del otro día (salvado sea el primero), o como la de Dolores Aguirre de Sevilla,... conmigo que no cuenten. Así, prefiero el monoencaste. Prefiero ver un día a Juan Pedro, otro a Cuvillo, otro al Pilar, otro a Fuente Ymbro, otro a Victoriano del Río, otro al Ventorrilllo,... Las posibilidades de que un toro de estos hierros meta la cara es, a lo que se ve, mucho más probable. Y, en consecuencia, es más probable ver torear que, al cabo, es lo que uno persigue cuando va a la Plaza. Rarezas de uno, ya saben.

Que sea bueno mantener una ganadería como Pablo Romero (hoy Partido de Resina) es algo que no puedo discutir. Que esos toros tengan que lidiarse sólo tiene sentido si hay alguna posibilidad de que tengan al menos una gota de casta y que, por lo menos uno, embista por derecho.

En esta corrida sólo embistió de verdad el primero, uno de Nazario Ibáñez que remendó la corrida y con el que Garibay demostró oficio y detalles de gusto, que no tuvieron más recompensa por el mal uso de la espada. El cuarto fue un animal de ¡672 kilos! de Partida de Resina manso y difícil que le corneó durante la faena de muleta. Una barbaridad que salgan toros así y una pena que el mejicano acabara en la enfermería.

Serafín Marín estuvo muy bien de capa con el segundo bis, un sobrero de Los Chospes al que recibió por verónicas ganándole terreno en cada lance. Con la muleta, lo mejor fue su decisión, las dos primeras series en redondo y las ceñidísimas manoletinas del final. Se quedó enganchado en los pitones al entrar a matar al toro, afortunadamente sin consecuencias. El quinto era un toro imposible con el que estuvo muy firme, pero al que era imposible sacarle nada. Nuevamente, no muy acertado con los aceros. Grata impresión la que dejó Serafín, aunque sin nada relevante que no sean su decisión y esos pocos destellos en el primero de su lote.

Sergio Aguilar tuvo un lote imposible de Partido de Resina, con dos toros sin casta alguna, pero tampoco se le vio excesivamente centrado. A ver si en la próxima comparecencia los toros ayudan algo más.

PD. Hoy me he quedado sin ver a los novilleros. Una pena. Me cuentan que el mejicano Sergio Flores ha estado bien.

PD2. No hay derecho a que hayan echado para atrás la corrida de Sorando para mañana, como hicieron el otro día con Garcigrande. No puede ser que se carguen de esta forma los carteles de las figuras. Por favor, que se vean antes los toros en el campo y se decidan si las corridas están o no para Madrid cuando salgan los carteles. Y menos preocupación por el "tipo" y más por el comportamiento: lo mismo así podemos empujar la Fiesta, y no tirarla al suelo como parece que pretenden algunos "aficionados".

domingo, 22 de mayo de 2011

Resumen semanal (16 al 21 de mayo de 2011)

Como ya comenté la tarde del cabreo, razones laborales me impiden sacar un rato para contar cada noche lo que está pasando en la plaza. Pero no por ello quería dejar de compartir, siquiera a modo de resumen, algunas consideraciones sobre lo que ha sucedido en la que era, a priori, la semana grande de la Feria.

Lo primero que hay que destacar es que ha sido una semana de triunfos, donde todas las tardes hemos visto cosas muy interesantes, hemos visto toreo del bueno.

Triunfos, además, que han traspasado el ámbito de lo taurino y han tenido una cierta relevancia en los medios generalistas, algo que siempre es importante, pero que en una época como esta es esencial. Hacía mucho tiempo que la gente no preguntaba fuera de los toros por lo que había pasado en Las Ventas y esta semana gente que no es aficionada, que no va por la plaza, me ha preguntado varias veces por Talavante y por Manzanares.

Los toros, por el contrario, han defraudado. Después del fiasco del domingo 15, a Cuvillo se le miraba con lupa y sólo pasaron el reconocimiento cuatro toros, remendándose la corrida con dos de Ortigao Costa, grandones y bastos que desbarataron lo que debía haber sido una tarde aún más importante. Igual que la tarde del viernes 20, en las que los toreros salieron a por todas (Talavante y Manzanares querían medirse después de que ambos hubieran salido en su anterior comparecencia por la Puerta Grande y Castella venía arreando), pero el baile de corrales tiró por la borda todas las ilusiones, o cuando menos el 50%, ya que los tres últimos toros algo dejaron hacer. Insisto en que me parece lamentable que en una plaza como ésta un ganadero (Garcigrande) traiga catorce toros y no se le apruebe ninguno. O nadie había ido al campo, o habían ido sólo a comer y a beber. Una cosa es que los toros no se reconozcan en el campo y otra que no se pueda saber si la corrida es o no para Madrid y si tiene o no arreglo con otros toros que haya en la finca. El remiendo de Juan Pedro demostró que lo de Parladé está escasito de presencia y de fondo, pero que lo de Juan Pedro (salieron dos de este hierro) ha tenido una evolución muy interesante.

Centrándonos en las corridas de toros, la del martes tuvo un nombre: Talavante, que en su tercero dio un auténtico recital de toreo al natural templado, hondo y personalísimo. Toreó también bien de capa y recetó una estocada magnífica. En el sexto de la tarde la faena fue más irregular, aunque con destellos de interés. Esa tarde el Cid estuvo mal, muy mal, sin paliativos, con un toro (el primero) de gran calidad y otro (el cuarto) al que le picaron por dos y aún así demostró clase. Perera tiene ganas, pero se le ve algo falto de sitio y empeñado en que los toros embistan como él quiere para hacer su faena, y no la de cada astado. Aun así, tuvo el peor lote de la tarde. De los toros del Ventorillo, los hubo de distinta nota, pero fue un encierro con algunos de interés, destacando el primero y el tercero (al que, por cierto, se le picó muy poco y aquí residió posiblemente, una de las razones del éxito de Talavante).

El día 18, sufrimos el remiendo de la corrida de Cuvillo con dos de Ortigao. El primero de estos le correspondió a Juli, un toro sin fuerza con el que poco pudo hacer. Con el cuarto de Cuvillo, Juli estuvo técnico y profundo en una faena con momentos de muchísimo interés. Hubo derechazos arrastrando toda la muleta. Es difícil torear más bajo y más templado. Castella no tuvo especial suerte en el sorteo, pero tampoco mostró estar en el mejor de sus momentos, algo que cuando se torea con el Juli y Manzanares, que sí lo están, se nota mucho. Su primero fue un toro muy protestado y el viento le molestó, hay alguna serie de más interés, pero no construye una faena con interés. Tampoco se acopló con el quinto bis, de Carmen Segovia, en un trasteo que pasó sin pena ni gloria. Pero la tarde fue de Manzanares, que en su primero se vio muy molestado por el viento, pero dejó algún muletazo con un gusto extraordinario y una estocada magnífica. Además de permitirnos disfrutar nuevamente de una lidia perfecta de su cuadrilla. El lío vino en el sexto, un toro al que cuajó tandas sensacionales con la derecha de toreo largo y muy hondo y una serie al natural de muy buena nota. Toreo estético, de series con muchos muletazos y una personalidad única. Es cierto que no siempre estaba cruzado y que había cierta distancia entre el toro y él, pero es que esto es imprescindible si uno quiere dar series largas y no “dos y el de pecho” como es costumbre últimamente. Para rematar, se llevó el toro a los medios y le recetó una estocada recibiendo que queda para los anales de la plaza.

El jueves 19 vivimos una paradoja que viene siendo habitual en los últimos años. Por la mañana se colocó en el patio de arrastre el azulejo que conmemoraba la mejor corrida de la feria del año anterior (Puerto de San Lorenzo) y por la tarde esa misma ganadería dio un petardo. Ya ocurrió otros años con Peñajara y otros. El ganadero al que nombren triunfador este año (si no queda desierto el asunto…) que se lo piense. Avisado está. Las pocas posibilidades de la corrida sólo sirvieron para comprobar que el Cid sigue ahí, que Perera está con unas ganas impresionantes (y con momentos muy buenos) y que Luque torea cada vez mejor con el capote, pero entre sus cosas y los sorteos no acaba de rematar una faena con la muleta. La faena del Cid al primero pasó sin más; no así la del cuarto en la que dio unas series al natural realmente excepcionales. Toreo al natural que ya le hemos visto, aunque hacía tanto que casi lo habíamos olvidado. Se tiró a matar con mucha fe y enterró la espada… Esperemos que esto sea sólo el principio de cómo vuelve por sus fueros el de Salteras. Perera hizo una faena de menos a más al segundo, pese al cachondeo de los mismos de siempre a los que ya nos hemos referido y que le costó esa fea voltereta. En el quinto también dejó momentos de interés, pero sin acabar de rematar (en parte importante por el toro, tal vez en parte porque le falte algo de sitio). Lo de Luque queda dicho: gran toreo de capa y menos rotundidad con la muleta.

La corrida del viernes 20 la desbarató el baile de corrales. Los tres primeros de Parladé no sirvieron. Con el cuarto, primero de los de Juan Pedro, Castella toreó muy bien con el capote y cortó una oreja por una faena irregular con la muleta: hubo series de interés, pero no el acople y la rotundidad que, a nuestro juicio, el toro permitía. El otro de Juan Pedro le correspondió a Manzanares, que lo toreó a placer. Primero, exquisito con el capote, en verónicas y delantales de ensueño. Lidia perfecta, como siempre, y faena rotunda con ambas manos, tanto en redondo como al natural, cuajando series poderosas y grandes de verdad. Volapié inapelable. Y la sensación para alguno de que, a pesar de que los trofeos indiquen lo contrario, posiblemente esta faena fuera más redonda que la del miércoles. A Talavante le tocó como sexto un manso de Parladé al que, después de diversas probaturas, se llevó a chiqueros, donde a base de tesón y de técnica consiguió sacarle tandas al natural que nadie hubiera imaginado que tuviera aquel animal. Naturales largos, lentos y grandiosos. Faena de gran nivel que se quedó sin trofeo por el mal uso de la espada.

La corrida de rejones del sábado deja a Ventura como triunfador numérico con dos faenas importantes y espectaculares. Pablo Hermoso también estuvo muy bien: es el maestro y el que ha creado las reglas del rejoneo actual. Y aunque no esté tan en forma como hace cuatro o cinco años y a veces falle con el rejón de muerte, sigue teniendo una monta y una pureza excepcionales. Además, sus toros tuvieron un punto de dificultad que sólo su maestría es capaz de convertir en faenas como las que hizo. Bohórquez estuvo clásico y sin estridencia en su primero y francamente desacertado en el cuarto.

Y dejo para el final la novillada. Una novillada interesantísima y encastada, que dejó una cornada a Jiménez Fortes, que antes había toreado realmente bien con el capote. El sexto fue mejor y más noble. A Manuel Larios se le nota su falta de oficio y de festejos, aunque tiene disposición. Y Víctor Barrios dejó pasajes de interés en sus dos faenas y se le nota más placeado.

(Si alguien ha llegado hasta aquí, se lo agradezco. Perdón por la extensión, pero mejor así a que estos apuntes quedara en el olvido…)

jueves, 19 de mayo de 2011

Desalmados

Razones laborales me impiden hacer el seguimiento de la Feria. Pero hoy, desde la propia plaza, quiero GRITAR para que echen de la plaza a esos desalmados que estaban de chanza y burla de Perera, como si no se estuviera jugando la vida, justo cuando el toro le ha volteado varias veces de forma aparatosa y dramática.
Son seres sin el más mínimo atisbo de humanidad, de conciencia de la verdad que supone estar delante de cualquier toro. Son abyectos, ruines, infames, despreciables.
Uno puede protestar por el juego o la fuerza de lis toros, puede criticar lo que hace el torero. Pero NUNCA puede burlarse de lo que está haciendo ni minusvalorar su peligro.
Se imagina alguien lo que hubiera sucedido si ocurre una tragedia mientras se oye y se ve còmo algunos se burlaban de lo que estaba haciendo el diestro?
Lo dicho: son de lo peor. Perfectos indecentes. Fanaticos de sus mentiras. Sucios mediocres que disimulan su bajeza moral apelando a la pureza de una Fiesta que ni conocen ni aprecian.
Algo habrá que hacer para que no vuelvan a la plaza.
Sobran aquí.

domingo, 15 de mayo de 2011

Madrid (14 de mayo de 2011) - Sorpresas

La tarde se puso como para no haber ido. Fea en lo climatológico y absurda en el cartel. Sin embargo, como casi siempre, la pasión nos pudo y allí que nos plantamos.

Lo bueno de que se pudieran devolver entradas es que uno podía devolver la de tendido y sacarse una de grada para no tener que mojarse más que por dentro. Una vez más, se evidencia la importancia de que se instale algún mecanismo para cubrir la plaza (si es desmontable, mejor). No tiene sentido que la gente tenga que aguantar la que pasó ayer en los primeros toros. Ni que los toreros se mojen de esa forma. Eso sí, se demostró una vez más que el drenaje de la plaza es magnífico; no sé a quién hay que felicitar, pero desde aquí mis parabienes por esa obra de ingeniería que consigue que aquello embeba de forma continuada el agua y prácticamente se seque desde que deja de caer agua. Un diez.

Había dos toreros que tenían que ser sustituidos: Curro Díaz y Leandro. Entraron Iván Fandiño y Uceda Leal, los dos con méritos más que sobrados por la actuación el dos de mayo (el primero) y por la oreja conseguida el día anterior (Uceda). Pero lo cierto es que, después de estas sustituciones, el cartel quedaba manifiestamente extraño. Porque dos toreros de pellizco había sido sustituido por otros dos de estilos muy diferentes. Y cada cartel, cada tarde, tiene que propio discurso interno, un hilo que debe tratar de no romperse ni enredarse. Aún cuando los partes médicos obligan a ello. No discuto para nada la justicia de dar entrada a Fandiño y a Uceda. Lo que pido es que se reflexione sobre si lo único que deben contar son los triunfos en tardes anteriores.

Los astados eran de una ganadería (El Montecillo) que lidiaba su primera corrida de toros. Aunque esto es algo equívoco, ya que los toros son de Paco Medina, ganadero que después de colocar la ganadería de El Ventorrillo como una de las más interesantes de los últimos años, la vendió, quedándose, al parecer, con parte de los animales o de su material genético. Por lo que realmente lo que se lidió fue El Ventorrillo 2. Que dio un resultado desigual, pero de buena nota media.

En cuanto a los toreros, las reflexiones son similares a las de la corrida del viernes, con un cierto atisbo de esperanza en lo que se refiere a Iván Fandiño.

Uceda estuvo como el día anterior. Con detalles de gusto, sobre todo en su primero. Alguna serie de mucho gusto y temple. Pero sin romperse del todo. Series cortas. Sin dar el paso de rotundidad que imaginamos y siempre nos falta. A punto estuvo de cortar una oreja en ese primero, del que también hay que destacar el mérito que tuvo en medio del agua que estaba cayendo.

Iván Fandiño toreó en el segundo mucho mejor de lo que estábamos acostumbrados a verle. Hubo pasajes de toreo caro y un final por bernardinas realmente impactante por su valor, la cercanía y la verdad. Oreja ganada a ley. Salió a por todas en el quinto, pero el animal no permitía el lucimiento y no pudo sino dejar constancia de sus ganas y de que, él sí, quiere pisar a fondo el acelerador. Así se tiene que estar si se quiere uno hacer un hueco. A estos es a los que hay que hacérselo, en tanto sigan así.

Todo lo contrario de Tendero, al que vimos sin sitio, tanto en el parado tercero como en el sexto, un toro de mejor condición que pareció tener más juego del que extrajo el de Albacete. Una pena (al fin, sobre todo para él).

La gente salió hablando de Fandiño, de lo que había cambiado el tiempo y de cómo vendría hoy Morante...

Madrid (13 de mayo de 2011) - Homenaje

Con ocasión de la muerte de Don Juan Pedro Domecq se comentó que el ganadero era consciente de que, en su constante búsqueda de la clase del toro en la embestida, tal vez sus toros habían perdido algo de casta y de fuerza. Y que llevaba años tratando de recuperar esas virtudes. Pero en el campo las cosas aún no se han impregnado de esa absurda inmediatez de los tiempos actuales, siguen llevando su tiempo natural. Un tiempo que en la cría del toro supone al menos cinco años desde que uno decide qué quiere hacer hasta que el animal se lidia en un plaza.

Por eso, y por la fatalidad de la parca que nos une misteriosamente a todos, Don Juan Pedro no pudo ver la corrida del viernes en Madrid. Una corrida que fue de menos a más y en la que hubo tres toros: cuarto, quinto y sexto, de altísima nota. Toros que tuvieron clase, casta y fuerza, permitiendo que se le hubieran hecho muchas más cosas de las que vimos en la plaza. Toros que lucieron divisa negra como señal de luto.

No mataban la corrida las figuras, como sucedía con estos toros hasta anteayer. Eran tres toreros de ese grupo medio del escalafón que necesitan triunfar con rotundidad para entrar en las ferias. Pero que o no quieren, o no pueden, o no saben, dar ese paso más que les abriría las puertas del futuro. Un futuro que, si no, se presenta bastante negro con la que está cayendo en el país y en las plazas.

Uceda es uno de esos toreros. Un torero con clase, con temple, con gusto y con un uso extraordinario de la espada. No suele defraudar, pero uno no sale nunca contento del todo con él. Con su primero, por ejemplo, no se confió. El toro le había buscado alguna vez, pero tampoco era una alimaña a la que no pudiera hacérsele nada, como pareció querer demostrar. Al cuarto le cortó una oreja después de haber dejado algún lance estimable, un par de series templadísimas y con mucho gusto con la muleta, otras más de buena nota pero sin llegar a ese nivel y una gran estocada. Uceda estuvo bien. Por momentos nos hizo degustar toreo del bueno, pero sentimos, una vez más, que le faltó un punto de ambición para el triunfo rotundo.

Lo de Juan Bautista es más preocupante. Lo comentamos con ocasión de su anterior comparecencia. No se encuentra delante del toro y se le nota bastante. Al segundo lo llevó bien al caballo con un galleo por chicuelinas, pero en la muleta se mezclaron sus dudas y un toro que fue perdiendo clase y aquello no dio casi nada de sí. El quinto, sin embargo, fue un gran toro, que iba de largo y metía muy bien la cara. Juan Bautista no se acopló. No es fácil que te salga un toro así. Y que te salga en Madrid es casi imposible. Cuando uno está luchando por hacerse un hueco (si es que Juan Bautista está en ello, que parece que sí), no puede desperdiciarlo. Porque hacerlo puede pasar factura.

Morenito de Aranda, por su parte, demostró su clase en momentos aislados en su primero, un toro flojo y sin transmisión. Pero con el sexto, un toro exigente pero al que se le podían sacar cosas de interés, no se acopló. Cierto es que no es fácil imaginar una lidia más desordenada y un tercio de varas más desastroso. Pero aún así, el de Aranda debería haber logrado que el toro no le enganchara siempre en la faena de muleta. Porque el toro tenía interés y hubiera permitido un mayor lucimiento.

Una corrida para la esperanza del nuevo ganadero, que tiene una responsabilidad importante para mantener y acrecentar el legado de varias generaciones de criadores de bravo.

Una tarde para la reflexión de tres toreros que deben decidir qué quieren hacer en esto. Porque los tiempos no están, ni en el toreo ni en la vida, para hacer cosas a medias.

jueves, 12 de mayo de 2011

Madrid (12 de mayo de 2011) - Incomprensible

Lo de la "afición" hoy me ha resultado un punto incomprensible (siendo generosos: estamos a comienzos de la Feria y mejor ser templados). No entiendo por qué esas broncas a Rafaelillo (que ha estado mal con los aceros, pero tampoco para que la tomen con él como lo han hecho). Por qué esas ovaciones a unos toros que eran pura fachada, que no han embestido hacia adelante ninguno, sin bravura, sin codicia, que sólo se han defendido,...

Sin duda, la de hoy es una forma de entender la tauromaquia. La del "ay". Yo prefiero la del "olé". Pero aún así, entiendo que puede haber corridas duras, toros que aprendan, que haya que hacerles las cosas muy bien, que exijan del torero colocación y temple, aguantarle los parones,... Toros que se arranquen al caballo desde lejos y que empujen abajo. Pero es que lo de hoy no ha sido nada de eso. Los toros sólo se defendían, no tenían codicia, rebañaban desde el principio, cabeceaban buscando la presa. Y no, eso no es un toro bravo. O, al menos, no es lo que yo entiendo por un toro bravo.

Frente a oponentes así, los toreros tiene mucho mérito. Y para mí, Rafaelillo, Robleño y Alberto Aguilar lo han tenido. Con aciertos y fallos (sobre todo con la espada), pero con dignidad siempre. Lo mejor, el recibo de capa de Robleño al segundo: excepcional y con muchísimo gusto. Lo peor, una lidia manifiestamente mejorable por parte de los de a pie y una excesiva dureza en general de los del castoreño (aunque más de un bronca que se han llevado tampoco ha tenido, a mi juicio, justificación).

Corridas así es mejor que se acaben pronto. Y a las nueve menos cuarto estábamos saliendo. Eso que llevábamos ganado.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Madrid (10 de mayo de 2011) - Para abrir boca

Lo mejor estuvo por la mañana, en la presentación de "Plaza de Toros". Todas las intervenciones (Carlos Abella, Luis Alberto de Cuenca, Pablo Pámpano y José María) tuvieron un altísimo nivel y dejaron buen sabor de boca en la audiencia.

Por la tarde, los toros de Valdefresno tuvieron falta de fuerza y bastante mansedumbre pero, en distinta medida, dejaron estar.

Juan Bautista no estuvo especialmente decidido y animoso, tal vez por la reciente muerte de su abuelo. Pero pareció que sus toros podrían haber dado algo más de sí.

Igual que los de Tejela, que sólo al final de la faena al quinto dio la impresión de tener ese coraje que hace falta para salir de ese sí pero no (o no, pero parece que puede ser) en el que nos deja casi siempre. Eso sí, la estocada al quinto fue impresionante.

Luque es el que vino con más brío de los tres. También, probablemente, el que más haya toreado esta temporada. Dejó muestras de su buen concepto con el capote (aunque le falta aún algo de temple y torear algo más bajo) y de su pundonor. Tuvo el lote menos lucido y tampoco dio mucho más de sí.

Por lo demás, bastante calor y cosas a ratos de cierto interés. Hemos vivido comienzos de Feria mucho peores. También es cierto que era la primera. Después de muchas de estas seguidas no sé si los ánimos de la gente seguirán tan festivos.

lunes, 9 de mayo de 2011

Mañana empieza San Isidro...


Y con él, un mes seguido de toros en Madrid y múltiples actos en torno a la Fiesta (más dispersos de lo que deberían, pero ese es otro cantar).

E igual que Bautista, Tejela y Luque rompen plaza por la tarde, el amigo José María Jurado (poeta y cobloguero), Pablo Pámpano (ganador del concurso de carteles de este año en Las Ventas) y yo mismo abrimos por la mañana a las 12:30h. la sucesión de actividades culturales coincidentes con la Feria con la presentación del Libro "Plaza de Toros".

Bueno, nosotros vamos también, pero va sobre todo Luis Alberto de Cuenca, uno de los mejores poetas españoles actuales, que ha sido Secretario de Estado de Cultura y Director de la Biblioteca Nacional (ahí es ná). Y Carlos Abella, gerente del Centro de Asunto Taurinos de la Comunidad de Madrid, que demuestra un notable interés por la vertiente cultural de la tauromaquia, como demuestra el reciente reportaje de la revista Taurodelta.

Allí nos vemos.

Madrid (7 de mayo de 2011) - Esto no

El cartel del sábado de esta insólita pre-feria era extraño porque sí (toros del Conde de la Corte para Encabo, Rafael de Julia y Pepe Moral, que confirmaba alternativa).

Durante la mañana llovió de forma desaforada, pero poco antes de la hora de la corrida escampó y el festejo pudo celebrarse. Para nada, o para casi nada.

Los toros dieron un juego nulo y frente a ellos, sólo Pepe Moral mostró una disposición absolutamente bárbara, que justifica, por sí sola, un cartel en el que los toros den alguna posibilidad.

Encabo y de Julia, nada. Los toros lo hicieron imposible y ellos tampocos hicieron la machada de Pepe Moral (algo que, por otro lado, tampoco resulta criticable).

Con toros así es ridículo defender la Fiesta, la tauromaquia, ni nada que se le parezca. Es imprescindible casta, de la buena, movilidad, nobleza y bravura. Lo otro, la "presencia" y la longitud de los pitones es mentira, no sirve para nada. Y si no, que se lo digan a los "buenos aficionados" que aplaudieron de salida al tercero y luego tuvieron que comerse la vergüenza de esas palmas. Era un trampantojo de toro, pura fachada, todo falso.

Yo me quedo con Núñez del Cuvillo, con Garcigrande o con Daniel Ruiz que, al cabo, es lo que ha permitido ver torear en Sevilla. Eso es torismo (del de verdad). Lo otro, cuentos chinos.

sábado, 7 de mayo de 2011

Recuerdos de un Torero



La Isla de Siltolá acaba  de publicar en su colección "Levante" Recuerdos de un Torero, las memorias de ese gran banderillero que fue Andrés Luque Gago, el primer hombre de plata que se cortó la coleta, como un torero, en la Maestranza de Sevilla. En la ceremonia intervino Rafael de Paula en cuya cuadrilla iba y del que fue incluso apoderado por un tiempo. En el último par de banderillas que puso había sonado la banda del Maestro Tejera.

Se escribe poco de los hombres de plata o de azabache y, cuando se hace, se acude al tópico, el torero "subalterno", jornalero de la muerte, envejeciendo en el ruedo mientras los matadores pasan como meteoros. Sin embargo, constituyen la entraña de esta profesión, saben más que nadie, han visto todos los toros, todos los toreros.

Las memorias de Andrés Luque Gago abarcan la edad de platino del toreo: cuentan la historia de un muchacho que escuchaba arrobado hablar de toros al Gallo y a Belmonte, Joselito siempre al fondo, en los cafés de la Sevilla de posguerra; los tentaderos de los años cuarenta, con la presencia inmanente de Manolete; sus inicios como novillero de la mano de su tío Andrés Gago un importante apoderado que lo fue, nada menos, que de Carlos Arruza; y su larga vida como banderillero junto a Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordoñez, Antonio Bienvenida, Rafael de Paula, Antoñete o el malogrado Paquirri.

Abruma la nómina de matadores, Andrés Luque Gago es pura historia de la tauromaquia, no es frecuente el caso de que un torero de plata consigne su vida, una vida que en los ruedos ha visto a las máximas leyendas del toreo moderno.

Y lo que más abruma es la humildad de este torero, no quiso tomar la alternativa porque comprendió que no tenía cualidades para ser matador, porque quizá su tío se lo había puesto muy fácil y tenía (entonces, que no ahora) -afirma- poca afición. Hay que ser muy grande para decir eso. Además debemos destacar su excelencia, su trabajo siempre orientado hacia el triunfo de su matador, para que el torero de oro brille, estando al quite, siempre en el perfecto segundo plano. Y la gran camaradería y respeto por sus compañeros, para quienes tiene, sin excepción, siempre palabras nobles y leales.

Se completa el libro con un excelente aparato gráfico en el que descubrimos, para nuestro asombro que este gran torero de plata es el hombre que va detrás de las figuras en las gloriosas fotografías de la tauromaquia que todos conocemos: sin él tampoco hubieran sido posible esas tardes de gloria, la retirada de Bienvenida, las vueltas al ruedo de Dominguín (incluida la corida en el Belgrado de la Yugoslavia de Tito), los triunfos de Ordoñez, la gracia de Rafael.

Lo leí el viernes por la mañana, de un tirón, y luego por la tarde fui a la Maestranza, donde triunfó nuevamente Manzanares, pero también la cuadrilla de Manzanares y disfruté como nunca del toreo de plata, de la lidia, de la brega, gracias al libro de Andrés Luque Gago que me ha hecho reflexionar (mucho) sobre el toreo de plata, sobre el toreo de azabache, materiales tan nobles o más que el oro.

domingo, 1 de mayo de 2011

La visita del dios


Hoy ha bajado el dios Apolo a la Plaza de Sevilla.

La ciudad es atlántica: excesiva, barroca, caribeña, de aquí partían los galeones a las Indias y por eso quiere perderse siempre en el bucle de las grandes olas oceánicas, en la verónica morada de Julio Aparicio, en la verónica y media de Morante que llega por el río de la Puebla hasta la Habana vieja, de tabaco y oro.

Porque la Maestranza es un viejo galeón henchido de tesoros, varado en el río de la Plata o en el viejo San Juan de Puerto Rico siempre bajo el borrascoso huracán de la primavera que hace florecer las tropicales palmas de El Dorado.

Pero hay en la ciudad de Sevilla una raíz más antigua, de Roma y, más aún, de Grecia, un sustrato más hondo que aparece cada primavera en el Partenón de plata de los pasos de palio y que da la medida justa, la razón áurea de sus plazas y calles, de sus patios. Un orden clásico que busca serenamente el equilibrio, la mesura, la elegancia.

La Maestranza es también un templo asomado al azul del Egeo, un Palacio de Cnossos, un laberinto de Creta circundado por el dórico óvalo de las columnas toscanas que consulta en chiqueros al viejo oráculo de Delfos, el que tañe la cítara en las astas del toro.

Hoy ha bajado Apolo a la Plaza de Sevilla investido de azul y oro, que son los colores del Mare Nostrum que aplaca las hogueras de Alicante. Cuando amainó el temporal vino por el cielo ateniense de la tarde, por la Puerta Principesca de los prodigios sobre un carro de fuego.

El Mar Mediterráneo embiste muy despacio, muy suave y no se para nunca, repite una y otra vez sobre la arena dorada de una playa de albero. El dios está jugando con el mar, Apolo con Neptuno, y cada pase tiene la lentitud de los siglos, el dactílico ólee del hexámetro de Homero.

Hemos visto la eternidad, la verdad y la belleza, los prodigios no se miden por su fuerza, la lentitud y la entrega de un toro mitológico no merecen la muerte, hay que alejar el carcaj y el tridente, debemos ver el eterno retorno del mundo antiguo, el regreso del Hades. Sabernos inmortales, merecedores de indulto por razón de belleza.

El creador lo es porque regala la vida, no busquéis más razones, pues que las habéis visto en el redondo compás donde el tiempo de Einstein no halla una ecuación que explique el milagro de ver la luz parada y las olas que embisten llamadas por el dios. El temple no es sino la forma eterna del tiempo, cuando muere el cronómetro y se aviva la gracia.

Hoy ha bajado el dios Apolo a la Plaza de Sevilla, el guardián de las musas que bailaban en corro alrededor de la Maestranza, las nueve hijas de Mnemósine, diosa de la Memoria que dará eternidad a esta tarde griega de Sevilla.

Apolo, al que otros llaman José María Manzanares.